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  • sergiojparra

PROCESOS CONSCIENTES DE MI EVOLUCIÓN ARTÍSTICA

Actualizado: 10 ago 2022

No todo artista puede permitirse el lujo de expresarse según sus propias necesidades y expectativas. En mi caso, desde hace algún tiempo, decidí vivir para el arte y no de las exigencias exteriores que, en mi opinión, te secuestran el corazón y, lastimosamente, domestican la cartera.


Este estilo de vida, menos común e igual de respetable que cualquier otro, se puede asemejar al de un “vagabundo” cuando preferí errar, buscando trabajo de “otra cosa” en lugar de esclavizar mi libertad de artista y que se contaminara la pureza de la creación. Delicada situación ésta, y que mantuve gracias al apoyo de mi familia mientras quedaba inmerso en épocas borrascosas con la crisis de principios de la década de 2010, sobrellevando años duros y desfalleciendo, con una bolsa de profesores prácticamente congelada y estudiando oposiciones sin convocatorias a la vista. Por todo ello, no me quedó otra que aceptar mi “mendicidad” en el precipicio del "fracaso", y encima acompañado por fantasmas de tres al cuarto tan mezquinos que desearon hacer conmigo leña del árbol caído. Sin embargo, también sentía el valioso aliento de los amigos y seguidores ("poquitos pero buenos"), al igual que el espíritu brillante de la esperanza con su velo verde y la gloria del "manque pierda".


Y por fin me llamaron en octubre de 2017 para incorporarme a un instituto de Secundaria; difícil y emocionante tarea, no exenta de alto estrés, que poco a poco me fue adecentando y reordenando la vida... Y aquel arte creado en mi propio destierro, entre sombras, adquirió un nuevo sentido iluminándose mi destino.


No voy a negar que, allá por 2011, unos señores hirieron de gravedad mis tiernas ilusiones… hincando ellos muy tarde sus conciencias en el cemento de mi estudio, cuando las vieron flageladas por su propio despotismo en un efecto boomerang. Sin duda, aquello hizo replantearme el camino y así abandoné la idea de vivir (malviviendo) del arte o, al menos, de seguir tratando con gente que no respeta e ignora la voluntad de quién es capaz de crear. Del mismo modo, comprobé cómo este mundo está huérfano de educación para llegar a valorar y sentir la cultura, es decir, aquello a lo que me dedico y apasiona. Por esta cuestión, terminé de interesarme en la docencia, además de concebirla en el sentido práctico como la llave maestra que abriese las puertas a mis verdaderos proyectos.



Ahora bien, ¿Cómo fui trazando mi propio destierro artístico en aquella difícil etapa (2011-2017)?

Ante todo creo que la única manera de tomar consciencia sobre uno mismo es asimilando cómo pasa y pasas tu propio tiempo… un proceso reflexivo que sometiéndote a la producción no te lo permite esclarecer puesto que la introspección, la búsqueda y la experimentación demandan tu integridad por encima del “trabajar para/ por”. Fue entonces cuando me consideré un privilegiado tras encontrar el espacio físico y mental donde sentirme lo que soy, una auténtica alma creadora que desea vivir en la riqueza de la libertad (mientras pueda, claro).

Lo primero que hice fue repensar en Dios, y quedarme con el Jesús terrenal, notando con los años un vacío que nada ni nadie volvió a llenar más que ello mismo. A esta crisis existencial, añadamos mi revisión crítica de la imaginería, la que siempre me dolió que algunos de mis profesores menospreciaran como un arte menor, artesanal, e incapaz de evolucionar. Y aquí se aliaron dos conceptos: “la muerte de lo divino” y “la muerte del Barroco”; de ahí que proyectara un Crucificado (2012-2013) inerte, totalmente frío, desnudo en su humanidad, despojado de artificios superficiales, con materiales pobres (como lo era también el contexto) utilizando papeles y una técnica novedosa dentro de la escultura religiosa.


Basculé a lo simbólico, sin conseguir despegarme de mi natural realismo, llevando la idea a una escala superior y buscando una cruz que en su hueco dejara pasar la luz que necesitaba en aquella "oscuridad"… con los años, mutilé este Crucificado mayor (2013-2014) conservando su cabeza que hoy titulo, sensiblemente, “¿Por qué me has abandonado?” Jesús de Nazaret, el hombre, fue cobrando un inmenso protagonismo en mi vida, influenciándome los estudios científicos sobre la Sabana Santa de mi profesor Miñarro… y mi mayor preocupación pasó por encontrar "la verdad".


Como necesitaba iluminarme modelé un busto de Jesús al que llamé “El eterno equilibrio” (2014), sin escatimar en su tamaño y saturación de amarillos contrastados con violetas, añadiendo arena. Mas no era un “busto-fragmento” sino que su composición procuraba que la cabeza emergiera desde la base, cerrando los ritmos en un todo como principio y fin en estructura triangular; anteriormente, había pintado la abstracción de “Creencias y posibilidades”, donde subyace una imagen de Jesús, con el que también titulé a mi exposición individual de 2014, precisando actualizarme y compartir mis últimas experiencias.


En mi interior luchaba por no volver “a lo fácil”, pues sabía que un buen Cristo naturalista-pasionista sería un Cristo más…y deseaba encontrar imágenes inéditas que llevaran a ese Jesús, de valores humanos universales, a todo el mundo y no solamente a los cristianos y a los que rezan, concibiendo lo sagrado sin tener que cumplir esa función catequética sino la moralizante. Pese a ello me sentí incapaz de vencer al Barroco, y lo acepté como a mi propia piel, pero radicalicé mi discurso con el busto “Contemporáneo” (2015) en el que dejé guiarme por mi devoción al Gran Poder —paradigma del Siglo de Oro en la escuela de imaginería sevillana—. De otro lado, me vi influenciado por mis recientes estudios sobre J. Pollock (1912-1956) y apliqué técnicas de salpicaduras a esta nueva obra, incluida en la serie de esculturas en papel; nuevamente, adherí arena y le di importancia al formato, sumando estucos a sus calidades y agrandando las dimensiones de un referente cada vez más sobrenaturalizado.

Pasaba el tiempo a la deriva, creando y no dejando de creer en mis ideas; me acostumbré a cierto vacío de religiosidad y me seguía faltando más luz, así como sentirme imaginero, motivándome la creación de un busto reproducido en piedra artificial y policromado de contrastes al que bauticé “Sigo vivo” (2016), que contiene el deseo de regresar a la raíz aunque huyendo del detalle y artificios que distraigan la transmisión del mensaje. El efecto perseguido fue el amor humano de Jesús, sin más, un Cristo cercano, un amigo con el que dialogar sin tener, obligatoriamente, que postrarme.


Con los años, miraba a aquel "Crucificado mayor" y algo me decía que no era necesario tenerlo conmigo, que ya conseguí lo que buscaba en su precedente de menor formato. Por esta razón lo reutilicé a partir del torso, dándome una nueva oportunidad de avanzar, ahora sí, convencido de lo qué quería expresar. Corté extremidades superiores e inferiores y cambié la cabeza; pinté directamente con espátula y lo llamé “Muriendo por amor” (2017) porque eso era, exactamente, lo que como artista quería expresar, en el hecho de que no tendría recompensa si lo que hacía era “amar a los que ya me amaban”; el estallido de color iría acompañado de sensaciones positivas ya que presagiaba que entraría en el profesorado de enseñanza secundaria...


Y cambió mi vida radicalmente, encontrando una mayor estabilidad y sustento para mi estilo de VIVIR PARA EL ARTE. Quedé EN PAZ CON DIOS, se cerraron viejas heridas y saqué la conclusión de que NACÍ PARA SER IMAGINERO. En mi mente se fraguó “un regreso” del que todavía no sé cómo ni cuándo será, pero en este contexto he planteado mi última obra: un profeta que modelé a lo clásico con un acabado que integra el oro en el conjunto, desgastándose por los conceptos de “agotamiento del barroquismo” e “incongruencias del cristianismo en la ostentación del lujo material frente a la humilde palabra de Jesús” y que, de algún modo, viene a “reescribir mi fe y rubricar mi destino”, tomando por título un resumen de lo que he intentado abordar estos años, una “DECONSTRUCCIÓN BARROCA”. A partir de aquí, seguiré luchando por enseñar… por expresarme en lo que me plazca y, sobre todo, por CREAR más que vender, CREER más que rezar y COMPARTIR más que competir.



Sergio Jesús Parra Medina, 29 de agosto de 2020. (Revisado en agosto de 2022).

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